Las clases se centran en el ‘aprendizaje del lenguaje’, no en un “juego educativo”.
Correcciones constantes de errores, y tan rigurosas como sea preciso para que los alumnos obtengan el mayor beneficio.
Clases intensivas en las que no se pierde el tiempo.
Los alumnos salen de cada clase con la impresión de haberla aprovechado al máximo.
El nuevo vocabulario se introduce al principio de la lección, se retoma y revisa en las clases hasta su asimilación por medio de la práctica. No se introduce un “gran bloque” y luego se abandona.